Revolver es ponderado como algo así como el mejor disco de los Beatles y, por extensión, de todos. Hace años era Sgt. Pepper, que bajó un poco en la consideración, tal vez porque es una experiencia en sí mismo y no da los mismos frutos si uno lo descompone tema por tema. Y eso es perjudicial en la era del random.
Revolver, en cambio, subió. ¿Por qué Revolver y no otro? Probablemente porque es la puerta de entrada a la “segunda etapa”, con grabaciones más sofisticadas, con más horas de dedicación en el estudio. Porque ya tiene psicodelia y experimentan seguido. O porque tiene canciones deliciosas como Here, There and Everywhere, aunque eso no lo diferencia de los otros discos.
Valorar así a Revolver hace que los otros se vuelvan necesariamente inferiores. Y si Revolver es la puerta de entrada a mucha magia, lo anterior debe estar un escalón abajo. Y no es así. Todos los LPs de los Beatles son de altísimo nivel, en la vanguardia de su momento, variados y distintos de los otros. Estos tipos eran mágicos.
Creo que no se valora lo suficiente a Rubber Soul. A mi modo de ver no es menos que Revolver, que fue grabado pocos meses después. Aventuro algunas circunstancias que pueden ser el motivo:
La edición de Estados Unidos era distinta, ellos piensan que es superior (ayuda que arranca con I’ve Just Seen a Face) y al estandarizarse la versión inglesa en la era del CD probablemente se pierda el entusiasmo de una minoría ruidosa.
Está documentado que fue grabado a las apuradas, en sólo un mes. Sin embargo, esto no es tan así, porque si uno mira la cronología de los discos anteriores, fueron grabados en huecos entre giras y películas. Rubber Soul es la primera vez que dedicaron tiempo exclusivo para grabar un LP, y al principio un mes les debe haber parecido bastante tiempo. Terminaron corriendo, sin embargo, y en la última sesión tuvieron que sacar de la galera Girl. Estos tipos eran mágicos.
La mezcla stereo es primitiva, con las voces por un lado y los instrumentos por otro. Es el disco que más necesita un remix (yo que ellos aprovecharía el aniversario este año).
También hay algunas canciones que son vistas como un escalón abajo de las otras. Revolver no se supone que tenga este problema, aunque no sé a cuánta gente le molestaría si se eliminara Dr. Robert, y tampoco sé cuántos escuchan completa Love You To.
Una de esas canciones es What Goes On, tema antiguo que Lennon/McCartney desempolvaron para que cantara Ringo, y que se gana su lugar sin ser una obra maestra. Los que subestiman a Ringo, como no le pueden caer a Yellow Submarine, tienen que ir por alguna otra. Esta canción tiene también el privilegio exógeno de estar citada en Mafalda.
Otra que se ve como punto débil es Run for Your Life. Las crónicas de la grabación siempre dicen que fue el primer tema en ser grabado, porque Lennon se lo quiso sacar de encima. Hay gente que escucha la letra misógina y piensa que no es aceptable, porque cree que estamos en tiempos más iluminados que los ‘60.
La canción está escrita a partir de un verso de una canción de Elvis. Mi sospecha es que Lennon escuchó ese verso cantado bastante casualmente (“I’d rather see you dead, little girl, than to be with another man”) y se propuso escribir algo que desarrollara dónde lleva esa idea. No es exactamente una parodia, pero hay un componente humorístico, que también está presente en otras canciones del disco, y de toda la carrera. El humor está muy presente en presentaciones en vivo, entrevistas y también en sus grabaciones, sin que llamen la atención sobre él.
Desarrollar algo que sugiere otra canción es un recurso muy frecuente para escribir. Es tal vez el único recurso. Agarrar algo que existe, tomar un elemento y desarrollar una versión propia de ese elemento. Está explorado más en profundidad en el texto de hace unas semanas sobre la Chacarera de Santiago. También Leo Maslíah se refiere a ese método en una de sus Recetas para componer canciones:
a) Concurra a un recital.
b) Tome nota de todo lo que allí no se dijo.
c) Dígalo.
Rubber Soul tiene muchos puntos fuertes que son considerados universalmente. In My Life, Girl, Michelle, I’m Looking Through You, Norwegian Wood, Nowhere Man, Think For Yourself, para citar medio disco. Con eso solo, aunque el resto fuera basura, alcanza para ponerlo en el panteón de los mejores discos de la historia.
Hay otra canción, muy bien reputada, que creo que es el punto débil. En general se la cita como una fortaleza, un hito en la carrera de Lennon. Me permito disentir. Creo que lo que se suele marcar como virtudes en The Word son los problemas.
The Word es considerada una antecesora de All You Need is Love. Y bien puede serlo, en el sentido de que habla de la palabra amor. Pero ahí se acaban las similitudes.
(Estuve en un casamiento en el que la novia eligió que sonara All You Need is Love al entrar a la iglesia. Uno pensaría que no había nadie había más indicado que yo para reconocerla, pero tardé mucho, porque hicieron una versión con el órgano. Primero me pregunté por qué entraba con La Marsellesa, después me di cuenta de que las melodías de una nota de Lennon no son propicias para esta clase de arreglos.)
All You Need is Love habla sobre cómo no hay límites para lo que uno pueda hacer si se hace desde el amor (ya hablamos sobre cómo Hey Jude la supera). Es una letra muy sabia sobre superación individual, y por extensión social, que enfatiza el ingrediente principal para lograrla. No se trata de amor de pareja, sino la conexión con cualquier otra persona y con uno mismo. Es el mismo al que se refiere The Word.
Pero The Word no hace más que enunciar. Nos invita a enunciarla también, todo va a salir bien si nombramos al amor. Pero no es así. No basta con decirlo. Hay que ejercerlo. Pensar que decirlo es suficiente abre la puerta a cualquier charlatán que piensa que con cumplir determinados bullet points nos puede convencer de algo. Los mismos farsantes que hoy se han apropiado de la palabra “empatía” y nos hacen desconfiar de quien la pronuncia.
El amor es una conexión genuina, o no es amor. En general, mientras más se proclama, menos seguridad hay de que esté. Se puede decir, pero la palabra tiene que estar acompañada de algún acto, por menor que sea, que muestre el amor proclamado. De otro modo, no es más que una ilusión nominalista.
La canción tiene algo religioso, es como una evangelización, y eso va más allá de la connotación de la frase “la palabra”. Ese decirlo, esa repetición de que digas lo que te estoy diciendo, la afirmación de que todo está contenido en la palabra. Y todo puede estar contenido en el amor, pero no en la palabra amor. Otra vez el nominalismo.
No soy de esos autores a los que la connotación religiosa les parece algo bueno. Mi reflejo es pensar que es algo peligroso, manipulativo, que lo mejor que puede ser es inofensivo. La obediencia que requiere la religión siempre es un arma poderosa que, por ser obediencia, lo más probable es que no se use para el bien. Siempre trato de alejarme de esas cosas.
Las religiones organizadas son en sí mismas el charlatán que nos habla de amor y quiere que creamos que el amor está presente en eso que dicen. Que significante se transubstancia en significado. Si bien no es necesario creer para que pasen las cosas buenas que ocurren en ámbitos religiosos, en general esas cosas buenas vienen acompañadas del corolario de que el amor requiere fe y sumisión, y por lo tanto para ser buenos tienen que hacer lo que digo.
Este aspecto religioso se concentra en la frase “now that I know what I feel must be right I'm here to show everybody the light”, o “ahora que sé lo que siento que debe ser cierto estoy acá para iluminar a todos”. A lo que desde esta columna respondemos: ¿quién sos?
Muchos destacan esa frase en particular. Hay mucho de la razón de ser de Lennon y de los Beatles. Lo que dice es cierto, y su presencia en una canción muestra que hasta un punto lo sabían. Pero no está bien autoproclamarse así. Existe la posibilidad de que nos equivoquemos.
Esa frase encapsula, probablemente, el momento en el que Lennon se dio cuenta de qué era lo que había estado haciendo hasta el momento, y se propuso hacerlo a propósito. Es peligroso. Mucha gente arruina todo cuando intenta lo que le salía sin intentar. Es el momento en el que se ponen solemnes y explican de más. Una de las virtudes de los Beatles es que no cayeron en esa trampa.
También está la idea de iluminar a todos con lo que “siento que debe ser cierto”. Está planteada la posibilidad de equivocarse, sin embargo vamos a evangelizar de todos modos, cualquier cosa después evangelizamos la rectificación.
Esa frase (suponiendo que, como la canción en general, es de Lennon y no de McCartney) da crédito a la historia de que un día, después de tomar LSD, se le apareció a los otros Beatles y proclamó “I am Jesus Christ”, y los otros le contestaron con variaciones de “bueno, quién tiene hambre”.
De haber ocurrido, probablemente sea una expresión en sentido figurado, con algún paralelismo. En esto las religiones también son expertas. Dicen saber lo que quieren las deidades, y también dicen saber interpretarlo. No presentan más que retórica. Y lo que quieren las deidades tiende a ser que uno haga lo que dicen sus representantes autodenominados.
Por eso no basta con decir. Pero el arte no tiene otros medios. Aun cuando sólo se puede decir, lo que cambia es qué decimos. Lo que decimos puede argumentar, puede contar, pero también puede mostrar. Show, not tell. Hablemos de algo, no hablemos de hablar de algo.
Se puede mostrar con palabras, música, acciones o el medio que sea. A través de eso, el arte puede movilizarnos, escandalizarnos, conmovernos, iluminarnos. Lo hace porque es arte, y es arte porque lo hace.